Genera Historia

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miércoles, 12 de febrero de 2014

Los caminos de Sefarad

Los caminos de Sefarad

España ha ofrecido la nacionalidad a los descendientes de los judíos expulsados en 1492, de forma automática y vivan donde vivan, si acreditan su vínculo.



En el texto bíblico que narra la cautividad de Babilonia en el siglo VI a.C., el Libro de Abdías, aparece una cita a Sefarad, aunque algunos estudiosos afirman que esa Sefarad era Sardes, una localidad de Asia Menor. La identificación de Sefarad con la península ibérica fue obra de Jonatan  ben Uziel,  un discípulo  del  famoso rabino Hillel el Viejo 
(h. 70 a.C.-10 d.C.).

Es improbable que hubieran llegado hebreos al extremo occidental del Mediterráneo a consecuencia del destierro impuesto por los babilonios, pero en la búsqueda de raíces por parte de algunas poderosas familias judeo-hispanas, la referencia bíblica era bienvenida. Con seguridad hubo comunidades judías en Hispania en los primeros siglos de la era cristiana, y desde entonces fueron configurando una comunidad con caracteres propios.

Durante la Edad Media, los judíos fueron expulsados de varios países, pero en algunos se les deja vivir en paz con tal de que no llamen la atención; se les tolera en el sentido que la palabra tolerancia tiene entonces.

En España, los judíos no solo son tolerados en el sentido que hemos dicho, sino que tienen una existencia legal: son parte integrante del reino, aunque situados en un plano de inferioridad en relación con los cristianos. Las comunidades judías disponen de cierta autonomía para juzgar y castigar conforme a sus leyes; tienen facultad para recaudar impuestos…

Todo cambia a finales de la Edad Media, con la Reconquista a punto de concluir. ¿Podía un Estado moderno, con su afán de racionalización, admitir la permanencia de comunidades separadas del Derecho común? Se sentó entonces el principio de que los súbditos tenían que ser de la misma religión que el príncipe, mál que les pesase.

No sólo es España la que reacciona de esta manera, sino toda Europa:  son los príncipes los que deciden la modalidad religiosa de su Estado. Los Reyes Católicos debieron pensar que la perspectiva de la expulsión animaría a los judíos a convertirse masivamente. Se equivocaron. Muchos prefirieron marcharse y seguir files a su fe.


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